Últimas películas visionadas

8 01 2011

Sé que tengo mucho que estudiar; que tengo que preparar el trabajo de terapia en cáncer; y el dichoso ejercicio de bioinformática… ¡Que no falte! Pero bueno, hoy tengo un día triste por un amigo que lo está pasando muy mal en estos momentos, y al que apoyo, quiero y espero que pase lo mejor posible este momento tan doloroso (¡Fran Guapo! ¡Mucho Ánimo!). Así que me voy a permitir, Oh My God!, escribir un poco sobre cine, que hace mil y un días que no hago caso a mis neuronas cinéfilas.

Pues bien, para recuperar esta parte que tanto me gusta del cerebro, voy a echar un ojo a mis votaciones en FilmAffinity y a comentar mis sensaciones con las últimas 5 películas que he visto en el cine; y con las últimas 5 películas visionadas en casa.

Películas vistas en el cine:

«The Social Network» (La red social), de David Fincher. Película sobre la creación del facebook por la persona del año según la revista Time, Mark Zuckerberg, que parece va a triunfar en todos los premios de este año, aunque ya veremos. La película está muy bien planteada, y destaca sobre todo por un guión que funciona a la perfección, un reparto en estado de gracia a pesar de la juventud de los protagonistas; y una dirección precisa y de enorme calidad. Es un film muy bueno, que se disfruta y que se aleja de los biopics al uso, pero no creo que sea la mejor película de este año, ni en Estados Unidos ni en ninguna parte. La escena de la carrera de remos me pareció brillante.

Harry Potter and the Deathly Hallows: Part I (Harry Potter y las Reliquias de la Muerte: Parte I), de David Yates. Otro capitulito de las andadas del joven mago inglés más famoso del mundo, literario y cinematográfico. Yo no soy seguidor de la saga, por lo que intuiréis que no vi la película porque espere cada episodio, cada vez que va a salir. La tercera parte de la saga me gustó mucho, sobre todo por todo el tema del juego con el tiempo que se narra. Esta película me pareció, como siempre, muy espectacular y digna de ver en pantalla grande. Pero la historia narrada es eternamente aburrida. Creo que me he convertido en un experto en bosques británicos, ya que es lo que veo todo el tiempo: un bosque, y otro bosque, y un tercero, etc etc. En resumen, película muy bien hecha, pero argumento hastiado.

Chloe, de Atom Egoyan. Película sobre la incursión de una prostituta en la vida de una familia de clase media alta, en una ciudad canadiense. El reparto, encabezado por una siempre excelente Julianne Moore, lo componen actores y actrices que se implican con sus personajes de una forma muy sensible y humana, lo que se agradece mucho. El film tiene cambios de ritmo muy interesantes, y un desenlace que te deja bastante con la boca abierta. Fui a verla sin demasiadas expectativas, y me fui con un más que buen sabor de boca. Chloe es muy, muy recomendable.

Balada Triste de Trompeta, de Álex de la Iglesia. Me considero bastante fan del imaginario de este director tan atípico del cine español, afortunadamente. Técnicamente, la película es de una calidad tremenda, y el argumento es, como siempre, cercano al absurdo y al sin sentido. Eso no quita que el film se disfrute hasta el extremo de desternillarte de la risa en gran parte de la trama. Por supuesto, la forma de plantear el franquismo de los años 70 e hibridarlo con esta delirante historia de payasos es genial y mucho más de agradecer que esas películas-semi documentales-dramonazos bélicos a los que nuestro cine nos suele tener acostumbrados cuando narra esa parte de nuestra historia. Sé de buena tinta que hay mucha gente que no pensará, ni por asomo, lo mismo que yo. Pero yo recomiendo esta película, y la recomiendo para el cine, porque las últimas escenas en el Valle de los Caídos es más que digna de ver en pantalla grande.

The King’s Speech (El discurso del rey), de Tom Hooper. Junto a La Cinta Blanca y Origen, esta brillante y más que británica película es la que más he disfrutado y mejor me ha parecido en los últimos meses. No hay un solo segundo alejado de la calidad cinematográfica en este interesante biopic sobre el rey Jorge VI de Gran Bretaña. La dirección es clásica, pero precisa, sobre todo en cuanto a los actores, extrayendo de los mismos papeles maravillosos, sobre todo del fabuloso y camaleónico Colin Firth, para mí la mejor apuesta para todos los premios de este año al Mejor Actor; por supuesto, Oscar, Golden Globe y BAFTA incluidos. Una historia que podría ser aburrida y pesada se convierte en una trama «in crescendo» que te implica emocionalmente hasta el final. Magnífica, cercana a la perfección, The King’s Speech es una de las películas fundamentales en este momento.

Películas vistas en casa:

Zivotr je Cudo (La Vida es un Milagro), de Emir Kusturica. Reconozco que las películas anteriores que he visto de este director servio me han fascinado, y esta maravilla no fue diferente. Este film es de una belleza humana infinita, y aunque por momentos es muy crudo y triste (ya que estamos en plena guerra civil yugoslava), el director te muestra la historia de unos personajes entrañables, que con muy poco y circusntancias muy complicadas, son capaces de ser felices. No tiene un tono realista, sino más bien una atmósfera cómica que se torna en canto a la vida y a la, al menos, búsqueda de la felicidad. Una joya del cine europeo y mundial, que recomiendo a todo el que necesite sonreir.

A Single Man (Un hombre soltero), de Tom Ford. Película que tuvo una enorme repercusión cuando se estrenó, en 2009; por ser la primera película del famoso diseñador de moda; y por la interpretación del actor británico Colin Firth, más allá que elogiada por la crítica. Pues bien, efectivamente Mr Firth asusta por lo cercano a la perfección a la hora de ejecutar un papel caracterizado magníficamente y con tanto dominio emocional, en este caso harto complicado. A pesar de ello, para mí la película es el ejemplo de cómo un director rueda como si tuviese estilo, pero no lo tiene en absoluto. La estética del film, muy cuidada y calculada, me resulta pesadísima, sobre todo los cambios de luz y la dualidad pretendida en la imagen, según la escena. No puedo decir que es mala, pero me sentí muy decepcionado con esta película. Por supuesto, el recital interpretativo de Colin Firth vale la pena de sobra, aunque la película no se lo merezca.

Ghost in the Shell, de Mamoru Oshii. Película de animación manga, de 1995, considerada de culto y muy analizada y querida por muchos amantes de este cine. La historia narrada me fascinó, sin nada que envidiarle a grandes clásicos de la ciencia ficción, como Blade Runner o Metropolis. Todo lo que ocurre y se cuenta te intriga y sólo quieres saber más y entender lo que está ocurriendo en esta enorme y futurista ciudad asiática, repleta de hombres y mujeres cyborgs. El dibujo, muy artesanal, es muy bello y se disfruta enormemente. No suelo ver películas de este género, y no sé mucho en consecuencia. Pero yo recomiendo este film para cualquier persona que quiera evadirse un rato en un mundo del futuro muy especial y atrayente.

Inglourious Basterds (Malditos Bastardos), de Quentin Tarantino. Muchas personas de mi alrededor quisieron verme colgado de una soga al no visionar lo último de Mr Tarantino en el cine, así que era casi obligatorio verla en casa, al menos. Una vez más, este director tan seguido en el mundo se lo pasa en grande, esta vez matando nazis y creando una historia inventada de cómo se podría haber acabado con Hitler y compañía. La dirección es, como viene siendo habitual, excelente, y el guión tiene momentos de enorme brillantez casi literaria. La historia es muy absurda si conoces, como conocemos todos, lo que ocurrió en realidad; pero es muy divertida si te olvidas de la realidad histórica. El papel de la «dueña del cine» (hasta aquí puedo leer) es muy hermoso, y el reparto en general, con una formidable mezcla de orígenes (actores estadounidenses, alemanes, británicos, franceses etc etc), es un regalo cuando interactúan todos en semejante narración. Por supuesto, es un placer ver la calidad interpretativa del multipremiado Christoph Waltz, que creo da una lección tras otra de qué es un buen actor. Muy recomendable, en todos los sentidos.

Ordet (La palabra), de Carl Theodor Dreyer. Esta obra maestra del cine, dirigida por el gran, en mayúsculas, director danés Dreyer, es una delicia visual y una historia contada desde la sensibilidad y el más estricto ojo crítico, que narra las especiales circunstancias acaecidas a una pequeña comunidad rural de la región de Jutlandia (Dinamarca). La fe cristiana es el motor y tema central de esta historia, analizada desde puntos de vista dispares, pero sin salir de la determinante influencia de la religión en estas personas. Me fascina el uso de la luz, como lo suele hacer Bergman en sus películas (las influencias se evidencian). Los actores crean papeles hermosos y entrañables, y el final es imposible pero de una belleza infinita, apostando por el amor y el cariño entre los seres humanos. Un regalo a la vista y a la sensibilidad, Ordet es una de esas películas que hay que ver antes de morir.

Y esto es todo lo último que he visto. Me ha encantado recordar cómo viví cada una de las películas, me gustasen más o menos. Creo que ya he desconectado suficiente por hoy, así que abandono la magia del cine y vuelvo a la realidad, no tan mágica…





Adaptando con estilo

13 06 2010

Hace ya unos meses que me regalaron un pack de cinco DVDs del director estadounidense James Ivory. Las cinco películas incluidas siguen una constante común inicial: las adaptaciones literarias. No todas las películas de este reconocido director provienen de la literatura, pero sí las más conocidas y reconocidas de su prolífica carrera en el séptimo arte. No puedo afirmar que, entre ellas, estén sus mejores películas, ya que habría que visionar su filmografía completa; pero ninguna de ellas son, ni mucho menos, mediocres u olvidables.

The Bostonians (Las Bostonianas), del año 1984, cuenta la historia particular de unas mujeres que pertenecieron al movimiento sufragista por los derechos de la mujer surgido en Boston en el siglo XIX. Los tres protagonistas, dos mujeres y un hombre que se interpone entre ellas, viven una interesante trama dramática al mismo tiempo que participan de este movimiento histórico-político.

Ya en esta primera película del pack, el director muestra su buen hacer a la hora de adaptar una, seguramente, interesante novela. El argumento muestra un dramatismo muy bien engalanado con los actos políticos que ocurren, y se perciben con acierto contrapuntos de ritmo entre estos dos aspectos de la historia que nos están contando. Las escenas en las que vemos asambleas y discursos son mucho más enérgicas que las de tintes más personales entre los protagonistas, mucho más suaves y tranquilas.

Los actores están, para mi gusto, poco más que correctos. La actriz que más te cautiva es Vanessa Redgrave, dándole una compleja expresividad a una mujer ambigua y triste. Otro aspecto de la película que me gustó, y que luego vería en las siguientes, es el cuidado artístico de la película. Además, hay escenas cuya fotografía se tornan cuadros, como las acontecidas en la orilla del mar.

Sin duda, The Bostonians es una película interesante y de calidad, aunque no sea de las más recordadas del director.

A Room with a View (Una habitación con vistas), de 1985, es para mí una de las mejores películas de amor que he visto en mi vida. Ya el entorno escénico en una esquisita y maravillosamente rodada Florencia te previene de que lo que vas a ver es algo muy especial. En esta película, una joven inglesa con la típica educación perfecta, pero con un carácter fogoso e imprevisible (encantadora y expresiva Helena Bonham Carter), se enamora de un soñador excéntrico y algo loco (destacable y visceral actuación de Julian Sands). Su vuelta a Inglaterra la hacen prometerse con un estiradísimo caballero inglés (papel más que bordado del siempre genial Daniel Day-Lewis), pero no siempre se pueden seguir las normas establecidas…

La ambientación de la película es un regalo para los ojos. Todo lo que vemos, no sólo los escenarios, sino las reacciones de los personajes, peleas, baños, silencios… tiene un enorme cuidado estilístico y está pensado desde una sensibilidad tremenda. Un detalle muy destacado entre las críticas hacia este film es el recurso empleado en la transición entre las escenas, que recuerda al cine mudo.

En resumidas cuentas, A room with a view es un fantástico melodrama romántico de época, de factura maravillosa para los sentidos y de enorme calidad, donde la sociedad alta inglesa y sus miles de normas sociales salen a la luz y son derrotados por el amor visceral e irremediable de la juventud.

Maurice, de 1987, es una película muy interesante sobre la intolerancia de la sociedad inglesa de principios del siglo XX a la homosexualidad, además de sobre la importancia del primer amor. Además, la diferencia entre clases se aprecia de una manera directa y clara, sobre todo en cuanto a las repercusiones legales que una misma acción delictiva podía tener para un «gentleman» al lado de un obrero o sirviente.

James Wilby, protagonista que da título al film, desarrolla un personaje muy emotivo y cautivador, y es el director de orquesta interpretativo de la trama. El resto del casting está correcto, incluso un jovencísimo Hugh Grant que está, aunque parezca mentira, más que tolerable.

Howards End (Regreso a Howards End, 1992) puede ser la película más conocida y mejor valorada por crítica y público de James Ivory. Todo el argumento gira en torno a una casa de campo que le pertenece a la señora Wilcox y que, tras una fructífera amistad con Margaret Schlegel, le deja en herencia, pero que la familia impide. Luego, todo gira hacia otros derroteros, y esta pintoresca casa es testigo de una trama perfectamente desarrollada y resuelta, donde además de apreciar una vez más la sociedad inglesa de finales del XIX, temas como la desigualdad social, el sentido de la responsabilidad y, lo más interesante, los avatares del destino, son planteados.

Howards End es, según mi punto de vista, de esas películas que lo tienen todo: un guión rico, complejo, que hay que seguir, que se disfruta; una ambientación de calidad, una fotografía con gusto, un montaje de gran estilo; y un casting de esos de sueño, repleto de maravillosas actrices y actores ingleses, tanto los de renombre (Thompson, Hopkins, Bonham Carter, Redgrave) como otros menos conocidos, pero que ejecutan interpretaciones magníficas.

Esta película tuvo una enorme repercusión internacional, que se tradujo en innumerables reconocimientos, como dos premios BAFTA (11 nominaciones) y 3 Oscars (9 nominaciones, incluida Película y Director).

La última película de este pack de Ivory es The Golden Bowl (La Copa Dorada, 2001), película una vez más de época, concretamente principios del siglo XX, donde el amor y el adulterio en la clase alta occidental (ya que se mezclan ingleses, italianos y estadounidenses) son reflejados.

La razón del título es una metáfora, para mi gusto argumentalmente eficaz pero algo facilona, de que las cosas perfectas pueden no serlo; pueden tener grietas, como una copa dorada que quieren adquirir los protagonistas, pero que tiene una grieta no visible a simple vista. Hay muchos temas en esta película, todos relacionados entre sí, como las mentiras y sus consecuencias, la avaricia emocional y material, la influencia de nuestros actos en los que nos rodean…

La trama es bastante interesante, aunque puede ser la película más floja en ese sentido del pack de DVDs, y muy probablemente de la filmografía de Ivory. Sin embargo, la dirección artística de este film es muy destacable, además del vestuario, muy cuidado y espectacular. El reparto está bastante bien, aunque para mí destacan una sorprendentemente creíble Kate Beckinsale (sí, la de la peli esa tan horrible de vampiros contra licántropos, esa misma); y un maravilloso Jeremy Northam, actor inglés que realiza una composición de «aristócrata italiano de tres al cuarto» clavada.

Pues bien, estas son mis reflexiones sobre el pack de DVDs titulado «Ivory Essential». Sobre todo, resumen muy bien el buen hacer de un director especialista en retratar la sociedad de época, no sólo contando sus historias internas, sino la desigualdad social y las injusticias formales de entonces; siempre apoyándose en textos literarios que despierten en él la creatividad cinematográfica que luego plasma en sus películas.

Espero poder ver algunos films de este director que me faltan, como The Remains of the Day, Jane Austen in Manhattan o The Europeans.





Los preciados calvitos dorados

7 03 2010

Dentro de unas horas, la famosa Academia de Hollywood entregará sus galardones anuales: los Oscars. Como siempre, no podré ver la gala, además de por no tener el Plus, por tener que levantarme mañana por la mañana, como cada trabajador medio que se precie.

Lo que sí me apetece, como hice en pasadas ocasiones, es tirarme a la piscina y exponer mi propia apuesta por la resolución de esta madrugada. Para ambientarme, llevo como unos diez minutos escuchando, y disfrutando, de una banda sonora ganadora de un Oscar: Atonement, compuesta por Dario Marianelli. Por tanto, creo que estoy listo…

De hecho, y para que quede más oficial, rellenaré la quiniela de la web AwardsDaily.com a la vez que voy escribiendo y razonando mis apuestas. De esta forma, todo quedará más «friki-Oscars», ¿verdad?

Comenzaré por las categorías más importantes, ya que son las de apuesta más razonable; ya veréis que mis razonamientos en categorías como Corto Documental o Efectos de Sonido distan mucho de ser consistentes.

La Mejor Película para la Academia creo con sinceridad que va a ser The Hurt Locker (En Tierra Hostil). Es muy difícil para mí compararla con la otra gran favorita, Avatar, ya que son películas en extremo diferentes. Pero The Hurt Locker, además de que personalmente la disfruté muchísimo más, es algo más que un entretenimiento bien hecho, que sería mi forma de calificar Avatar; es una película moderna, innovadora, con una factura técnica prácticamente perfecta, un guión bien estructurado, profundo y ejecutado de manera brillante… Avatar es el resultado de una tecnología visual muy avanzada, muy bella visualmente, pero siento decir que muy pobre como historia narrativa «new age».

El resto de películas nominadas en la categoría madre, que por primera vez suman hasta diez las candidatas, son todas buenas películas, pero ninguna de ellas parece tener un lugar de favoritismo comparable a las dos anteriores; ni siquiera Inglorious Basterds, aclamada nueva obra de Tarantino que aún no he visto, pero que veré en cuanto sea posible.

El Mejor Actor de este año espero que sea Jeff Bridges, siendo favorito no sólo por su, por lo visto, papelazo en Crazy Heart, sino porque es un actor maravilloso, de carrera larga y fructífera, que merece el reconocimiento de la Academia a la voz de ya. Según muchos críticos, Colin Firth realiza un trabajo maravilloso en A Single Man, pero yo sigo apostando por Mr. Bridges de todas formas.

El Oscar a la Mejor Actriz me tiene un poco alterado, ya que parece que una de las actrices que peores papeles ha escogido en los últimos años, Sandra Bullock, es la favorita para ganarlo. No he visto la película por la cual está nominada, pero soy reticente a apostar por ella, por lo que me decanto por una joven promesa que ha sorprendido a la crítica internacional: Carey Mulligan, por su papel en An Education (ganadora del BAFTA de este año).

Mis apuestas en los papeles secundarios no tienen mucho mérito, ya que Christoph Waltz y Mo’Nique han ganado todo lo ganable, y sería casi para suicidarse que unos favoritos tan claros no se llevasen el premio.

La categoría de Mejor Dirección puede hacer historia esta madrugada, ya que la directora de The Hurt Locker, Kathryn Bigelow, es la clara favorita para convertirse en la primera directora de cine en ganar un Oscar a la Mejor Dirección del añó. Si así ocurriese, estaría más que merecido, ya que si en algo es excelente esta película es en la dirección. Esa es mi apuesta, pero no creo que esté tan claro, ya que los cinco directores nominados (Tarantino, Cameron, Daniels y Reitman) han realizado trabajos muy buenos este año.

En cuanto a los guiones, considero el libreto de Up in the Air como futuro ganador en el Mejor Guión Adaptado; y, sin haberla visto, huelo como Mejor Guión Original a Tarantino y su Inglorious Basterds. Son apuestas un tanto débiles, ya que parece haber otros favoritos, pero son mis apuestas definitivas.

Todo el resto de categorías la escribiré en modo lista, y comentaré algo al final:

Mejor Película de Animación: Up (sin ninguna duda)

Mejor Película de Habla no Inglesa: La cinta blanca (cuidado con Un Prophète, pero creo que la cinta de Haneke es la mejor de las cinco nominadas)

Mejor Banda Sonora: Up, de Michael Giacchino (me pareció bellísima)

Mejor Canción Original: una de las dos de Tiana y el Sapo

Mejor Fotografía: La cinta blanca (al haber ganado el premio de la asociación de directores de fotografía estadounidense, puede ganar y debe ganar)

Mejor Vestuario: The Young Victoria

Mejor Dirección Artística: Avatar

Mejor Maquillaje: The Young Victoria

Mejor Sonido y Efectos de Sonido: The Hurt Locker

Mejor Edición: no sé por cual decantarme, esa es la verdad…

Mejores Efectos Especiales: Avatar

Quedan categorías, pero no tengo datos ni conocimiento suficiente para apostar. Le deseo mucha suerte al corto de animación español nominado este año, La Dama y la Muerte, que me parece muy bien hecho y divertido.

Como podéis ver, mis apuestas van muy encaminadas a The Hurt Locker, ya que me ha parecido la película, dentro del círculo de crítica y premios estadounidenses, más sorprendente en cuanto a propuesta, a calidad artística y técnica, y a interés cinematográfico.

Ya veremos en cuántas acierto. ¡Hasta pronto!





El hielo es atractivo

27 01 2010

Llevaba unos meses esperando ver la última película de un director difícil de asimilar, pero hasta ahora muy brillante. Me refiero a Das weisse band (La cinta blanca), del austriaco Michael Haneke.

Basándome en las películas que visioné en su momento, pertenecientes a su filmografía, puedo afirmar que me ocurre algo bastante sorprendente con este cineasta. Su forma de narrar es fría, gélida, punzante; a la vez que de una coherencia y visión crítica del ser humano, de la sociedad, intachable y efectiva. Seguramente, esta combinación tan especial es la que ha creado una atracción absoluta hacia su cine por mi parte, ya que no es fácil para un ser completamente expresivo y visceral como yo verse seducido tan magnéticamente a planteamientos cinematográficos tan difíciles de digerir, tan punzantes, tan faltos de zonas recreativas para la sensibilidad.

Pues bien, La cinta blanca vuelve a mostrar un planteamiento frío y distante de lo que podría definirse como «intento de atisbar posibles gérmenes de las personas que formaron ese horror político, social, humano… perdón, inhumano denominado Alemania Nazi».

Con este film, Haneke confirma el dominio narrativo y técnico de su propio ejercicio de estilo, con una madurez formal muy impresionante. El uso del espacio, de la cámara, con ese blanco y negro de fotografía brillante; el trabajo de guión y de actores tan intenso y efectivo… todo enfocado hacia la creación de una película que no olvidas, que no te deja indiferente, que disfrutas… no de la forma habitual, sino a la «Haneke’s way», única y original.

Si hay algo que adoro de mi sincera y cada vez mayor afición al cine es la sensación que me queda cuando, ya pasadas algunas horas, sigues teniendo planos, rostros, luces reflejadas en espigas de trigo, expresiones de profunda decepción y violencia… como si siguieses sentado en la butaca. Y las ideas que te surgen, que te planteas, al ver un buen film, con intencionalidad crítico-artística, con interesantes visiones personales y propuestas de repercusiones éticas e históricas (en este caso)… son abonos para las neuronas, la sensibilidad personal y la vida, en general y en particular; ahora, mañana y siempre.

Finalmente, os dejo mi última reflexión sobre este film, y del día de hoy: no es necesario ver la nieve posada en la montaña, en un parque, o en una ciudad, para saber que el hielo es atractivo.





La Tierra no es el centro del Universo

15 11 2009

Este otoño estrenaba película el director español más ambicioso del cine patrio: Alejandro Amenábar. Cada nuevo proyecto en el que se involucra conforma más novedades que necesidades de continuar con una carrera vigilada, analizada y disfrutada por muchos.

Su nuevo film, Agora, lo ha llevado esta vez a la Alejandría del siglo IV, donde las escuelas de ciencia y filosofía, heredadas de los griegos, se las verán con los cambios políticos y, sobre todo, religiosos, acontecidos en esa época, ya tardía, del Imperio Romano.

agora

Podríamos decir que la película tiene dos centros argumentales: uno humano, representado en la figura de Hipatia, filósofa y maestra, natural de Egipto, que destacó en las matemáticas y la astronomía; otro racional y cultural, basado en cómo la política y el poder religioso puede anular el avance científico y filosófico, a pesar de la importancia de las ideas del momento.

Las críticas publicadas a razón de esta película tienen un denominador común, más o menos general: técnicamente, la película es un espectáculo cinematográfico; pero el argumento, por momentos, cansa y flojea.

He de confesar que, de unos años para acá, la expectación que siento ante estrenos como éste provoca en mí un ansia de información actualizada que, seguramente, empeora o distorsiona en parte mi visión final del film en cuestión. Casualmente, en el caso de Agora, a pesar de la fuerza que ha tenido la línea crítica acontecida, mi disfrute personal y cinéfilo se han visto recompensados.

Agora es una película redonda, tanto técnica como argumentalmente. No debe ser fácil llevar a cabo un proyecto tan ambicioso, ya que hay que tener un par de narices para crear un espectáculo ambicioso y caro en base a un discurso profundo y necesario. Y eso es Agora; una película sobre el pensamiento científico, sobre la vida dedicada al saber y al conocimiento… y sobre cómo todo eso se llega a destruir gracias al fanatismo del poder en nombre de iconos y doctrinas religiosas imperantes.

Es probable que, al dedicarme a la ciencia, haya podido disfrutar y sentir la forma argumental y el ritmo narrativo de una manera más personal. Las escenas en las que Hipatia se preguntaba y ahondaba en las teorías y razonamientos, ajenos y propios, se me tornaron de una belleza mágica y cautivadora. Puede que, en nuestros tiempos, nos cueste entender la importancia crucial que tuvieron los trabajos y estudios de estos pensadores para el desarrollo científico posterior; el hecho de disponer de imágenes, aunque sean ficticias, suponen una mano amiga hacia una imagen más cercana y entendible.

En resumidas cuentas: Agora es una película fantástica, con una temática absolutamente contemporánea, con un guión profundo, vibrante e interesante; con una factura técnica prácticamente perfecta, como nos tiene acostumbrados el señor Amenábar… No hay muchas pegas que poner, la verdad…

Evidentemente, no es una película perfecta: hay actores que se ven sobrepasados por sus roles, pero son compensados por actuaciones brillantes, emotivas y de gran credibilidad. Ejemplos de esto último: Rachel Weisz y Max Minguella. Los planos «a lo google earth» (como muchos los han bautizado) pueden llegar a cansar un poco, aunque yo los considero muy certeros para incentivar la idea de que los avances astronómicos narrados son mucho más cruciales en la historia de la humanidad que los acontecimientos puntuales de los seres humanos que habitaban Alejandría, o el mundo en general, en ese momento.

Leyendo una crítica de un usuario de filmaffinity he podido conocer datos muy interesantes sobre el contexto histórico de la película. Por ejemplo, el lugar asaltado por los parabolistas cristianos no corresponde a la Biblioteca de Alejandría, sino al Serapeum (de hecho, ahora creo recordar que se utiliza esa palabra en los diálogos, aunque me pasó desapercibida al primer momento), que era el templo dedicado a Serapis, el dios ese egipcio que tenía el jarrón en la cabeza. Allí, se guardaban los restos de la anterior biblioteca de Alejandría, desaparecida o destruida con anterioridad a ese momento.

Leyendo la crítica de otro usuario de filmaffinity, he podido saber que Amenábar leyó varios libros de Carl Sagan, sirviéndoles de gran ayuda. En uno de ellos, Cosmos, el escritor idealizaba a Hipatia como «un atisbo de razón antes de que la sinrazón humana nos trajera siglos y siglos de Edad Media y oscurantismo». Este mismo usuario comienza su crítica con una cita de otra obra de Sagan que me parece simplemente maravillosa:

Mira ese punto. Eso es aquí. Eso es nosotros. En él se encuentra todo aquel que conoces, o del que has oído hablar, cada persona que existió y vivió su vida. La suma de nuestra alegría y sufrimiento, miles de religiones, ideologías y doctrinas, cada héroe y cobarde, creador y destructor, rey y campesino, cada pareja enamorada, madre y padre, niño, inventor y explorador, cada maestro de moral, cada político corrupto, ‘superestrella’, ‘líder supremo’, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie vivió ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de luz del sol.

Carl Sagan. Un punto azul pálido.

Como han podido ver muchos espectadores de la película, estamos ante una obra cinematográfica de interés cultural e histórico. Un film moderno sobre cómo han actuado los seres humanos, y donde podemos ver el resultado actual, o la repetición de lo mismo en nuestros días. Según hacia donde llegue nuestra vista, supongo…

Finalmente, me gustaría hacer una mención especial a la banda sonora de Agora, que en este caso la firma el compositor italiano Dario Marianelli, ganador del Oscar por Atonement. Marianelli escribe una partitura honesta, nada melodramática ni tramposa, con un tema principal, de apoyo a la protagonista, que lucha por salir e imponerse a otros temas intensos y contundentes, basados en el empleo de instrumentos étnicos (como el duduk, instrumento de viento muy utilizado en países como Armenia), voces de lamento, coros y música sinfónica. Es la primera vez que el director de Tesis no crea su propio soundtrack, pero la envergadura de la película parecía requerir a un artista musical más redondo y ambicioso. Creo que la decisión ha sido muy certera, ya que el apoyo musical funciona a la perfección con el metraje.

No creo que haya dudas al respecto de que recomiendo fervientemente esta película a todos y cada uno. Simplemente, avisar de que Agora no es Gladiator, ni Ben-Hur (afortunadamente…), ni nada por el estilo. Aunque tenga factura de peplum, es una película divulgativa y personal… de cosecha propia, le coloco el adjetivo de espectacular.





Dispares temáticas, dispares impresiones

23 06 2009

Hoy voy a hablar de tres películas vistas por mí en los últimos días, completamente distintas una de otra, tanto en forma, como en narración; y por supuesto, en satisfacción de resultado.

Comenzaré por la adaptación de la primera novela de la famosísima saga literaria Millenium, del sueco Stieg Larsson. La película, titulada como el primer libro (Los hombres que no amaban a las mujeres), es eminentemente un thriller sobre la investigación del Mickael Blomskit y la misteriosa y tremenda Lisbeth Salander sobre la sobrina del patriarca del imperio Vagner, desaparecida años atrás.

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Si no hubiese leído la novela, simplemente habría tenido la sensación de ver un thriller entretenido, bastante bien rodado, y con personajes peculiares e interesantes. Pero, como no es el caso, la película me causó una terrible decepción, ya que la adaptación no solamente ha obviado muchísimos detalles y circunstancias de los personajes y la trama, sino que ha introducido, de una manera fácil y malintencionada, unas pocas escenas en las que introduce datos y acontecimientos narrados en la segunda novela.

Además, aunque el personaje de Salander está bastante bien descrito y planteado (en gran parte, por un excelente trabajo expresivo y psicológico de la actriz que la encarna), el personaje de Blomskit se reescribe de una manera completamente superficial, cargándose sin piedad a uno de los pilares de la novela, en lo que a los protagonistas se refiere.

Aunque la película no está mal, referida a la novela me parece completamente fallida y superficial, ya que, aunque los libros de Larsson se hayan convertido en absolutos best sellers, la complicada trama investigadora, la profundidad y originalidad de los personajes; y la tensión que te contagia como lector, los hacen, bajo mi punto de vista, dignos de algo mejor que lo que ha realizado el director sueco Niels Arden Oplev.

El mismo día que vi esta película, me puse un DVD que me compró mi padre hace ya unas semanas, cuando vino de visita. La película en cuestión es Perros de Paja, del famoso director británico Sam Peckinpah. El film narra la vida de un astrofísico estadounidense que comienza a vivir en una pequeña población inglesa con su mujer. Huyendo de la violenta Norteamérica, el tranquilo y pacífico matemático se verá obligado a enfrentarse, cada vez más violentamente, a varios de sus vecinos para defender a  su esposa y su casa.

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Esta película, de bastante difícil visión para sensibilidades dentro de la media, es una notable visión artística de la violencia humana. La cámara de Peckinpah capta, minuto a minuto, como la tensión va en aumento, y la sobriedad del formato, unida a la espantosa y pesada niebla típica de las islas británicas, añaden aún más una tensión que no dejas de sentir hasta que comienzan los títulos de crédito.

Gracias a una magnífica dirección, sin tapujos ni decoraciones, y a un reparto brillante, capitaneado por el camaleónico y siempre maravilloso Dustin Hoffman, la película se torna como una creación artística necesaria para entender mejor el lado oscuro y más primitivo de la naturaleza humana.

Por último, ayer mismo pude ver una película difícil de catalogar, a la vez que difícil de olvidar. Se trata de Tres Monos, del director turco Nuri Bilge Ceylan. El film narra la historia de una familia que lucha por su propia estabilidad escondiendo y obviando verdades sabidas e intuidas por los tres miembros. El propio director explica la elección del título de la siguiente manera:

El título Tres Monos viene de la filosofía de Confucio, donde los tres monos tienen un significado positivo que representa la sabiduría: no oyen el mal, no lo ven ni hablan de él… Hoy en día, la metáfora de los tres monos se usa de forma peyorativa, para denunciar la hipocresía de las apariencias.

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El resultado es una película muy pausada, muy pendiente de los pensamientos y reacciones de los miembros de esta familia que pende de un hilo, pero que lucha en el silencio por resistir y permanecer unida. La cámara de Ceylan se concentra en ellos, difuminando los fondos de filmación con desaturaciones y cromas alterados. Las escenas parecen cuadros, con luces y sombras que te cautivan y te unen a los personajes con mayor intensidad y sensibilidad. La fotografía está cuidadísima y, en ocasiones, resulta mágica.

Nunca olvidaré la escena final, con el cielo turco nublándose poco a poco, y oscureciendo la azotea de ese edificio donde todo ocurre, o se evita. Salí de la sala con la sensación de haber visto algo único, de una calidad artística de alto nivel y compromiso.

Es increible como una película tan fantástica, y «galardonada con un premio al mejor director en el festival de Cannes del 2008», pueda haber tardado tanto en llegar a nuestros cines; bueno, en el caso de Madrid, «al cine»; porque sólo la estrenó una sala en toda la ciudad.

Sinceramente, me siento afortunado de haber podido disfrutar de un cine tan interesante, tan estético y tan profundo a la vez.

Y a seguir buscando buenas películas… aunque sea consciente de que erraré de vez en cuando…





Tres buenas, diferentes películas

28 01 2009

En las últimas tres semanas, he podido ir al cine y disfrutar de tres películas que me han parecido estupendas, aunque cada una de ellas sea muy diferente al resto. Así, quiero compartir mis impresiones sobre ellas con vosotros.

La primera de ellas es Milk, de Gus Van Sant, cuya intantánea y rápida sinopsis podría ser: «Biopic sobre Harvey Milk, el primer político gay declarado que ocupa un cargo importante en la política estadounidense.» Concretamente, el cargo que ocupó, por votación popular, fue el de concejal del ayuntamiento de San Francisco, una de las más antiguas cunas del orgullo gay.

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Esta película tiene mucha importancia, ya que todos sabemos que, durante todo este siglo, los homosexuales y bisexuales han estado obligados a luchar socialmente por sus derechos civiles, y la hipocresía e intolerancia imperante (cada vez menor, pero aún en activo) de la sociedad han supuesto un gran impedimento para ello.

Harvey Milk fue uno de estos luchadores, y el director de Elephant o Good Will Hunting ha querido reivindicar su sitio en la reciente historia de Estados Unidos dirigiendo esta película.

El film está muy bien dirigido, aunque en ocasiones acuda excesivamente a los tópicos de los biopics. El guión es muy correcto, y la incorporación de imágenes documentales de aquellos momentos proporcionan veracidad e importancia política a lo que se está contando. El reparto está, por así decirlo, «en estado de gracia», capitaneado por un magnífico (como siempre) Sean Penn, que da al señor Milk toda la sensibilidad, solidaridad y convicción que necesita.

Milk es una película muy activa, en la que vemos como se va creando una campaña política de este calibre desde el principio, lo cual supone toda una lección de política americana. Además, es muy intrigante; aunque imagines lo que va a ocurrir, no puedes desengancharte de la sucesión de acontecimientos hasta el desenlace final.

La película está nominada a varios Oscars de este año, incluido Mejor Película. No tengo idea de lo que pasará, pero podría ser una película del gusto de los académicos de Hollywood, sobre todo porque suelen tener preferencia por los biopics de grandes héroes estadounidenses.

La siguiente película que he visto es Entre Les Murs (traducida en España como La Clase), de Laurent Cantet. Esta película, Palma de Oro del último Festival de Cannes, relata la vida de unos alumnos y un profesor en una clase de un instituto de la perifera de París, durante todo un curso.

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Nada tiene que ver esta película con otros acercamientos cinematográficos a la educación, como por ejemplo Dangerous Minds, de John N. Smith. El acercamiento al día a día de una clase se hace de modo sincero, honesto y auténtico. Hay un reflejo palpable de la multiculturalidad francesa, de la dificultad del diálogo profesor-alumno, del handicap que supone para chicos de otros países y culturas el hecho de integrarse en un país como Francia…

A la vez que tiene un formato de falso documental, transpira un tipo de cine didáctico muy moderno, muy entendible por cualquiera, y sobre todo muy sensible, ya que la película muestra la gravedad del problema de la educación que existe hoy en día.

Para mí, lo mejor de todo es que no plantea un mensaje concreto;  no pretende enseñar lo que se podría hacer, ya que hubiera sido un error garrafal. La Clase plantea lo que hay hoy día en una clase francesa real (no en una clase de colegio privado super ideal de la muerte), y a la vez muestra a la Francia de la actualidad. Muy inspiradora, muy didáctica… muy buena.

La película está nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, y puede que tenga posibilidades, ya que al ser Palma de Oro de Cannes, ya tiene puntos añadidos que la Academia no pasará por alto.

Por último, hoy mismo he visto la película Revolutionary Road, de Sam Mendes. Para no intentar complicarse la vida, podría decirse que trata sobre la vida de una pareja estadounidense en los años 50. En principio, la pareja es atípica, ya que no sigue ni implora sobre la búsqueda del sueño americano; pero luego, parece que puede ser arrastrado al mismo, que es cuando empieza el conflicto entre la pareja.

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Esta película habla, sobre todo, de la lucha de un matrimonio por seguir adelante, por no dejarse influir demasiado, por soportarse por amor. La concepción y caracterización de cada personaje, con el matrimonio en primera plana, es simplemente brillante. La humanidad que se respira en todo momento es el mayor acierto de la película, cuya dirección no añade ni decora las escenas en las que el diálogo se torna protagonista.

Es la cuarta película del director británico Sam Mendes, y es la cuarta película de Sam Mendes que veo en el cine. La dirección de actores y el uso del espacio es espectacular, y su motivación por las necesidades y fragilidades de los seres humanos me han hecho seguir su trayectoria cinematográfica hasta esta película.

La pareja protagonista tiene una fuerza humana y un compromiso con los personajes asombroso. Leonardo DiCaprio, que no es santo de mi devoción, realiza una interpretación que explora una emoción gradual hacia la derrota personal. Kate Winslet, que sí es santa de mi devoción desde hace muchos años, crea uno de sus mejores papeles. En palabras de Carlos Boyero:

Te conmueve la intensidad y la veracidad del excelente DiCaprio y de una Kate Winslet que está más allá del elogio transmitiéndote humanidad, el ansia de eso tan problemático y huidizo llamado felicidad.

Además, el personaje que encarna el actor Michael Shannon, nominado al Oscar al Mejor Actor Secundario, es a la vez cómico e inspirador, ya que transmite la idea general de aquella época según la cual «sólo un loco podría cuestionar el sueño americano«. No conocía a este actor, y me ha sorprendido su trabajo que, aunque sea breve, no olvidas fácilmente.

Bueno, no creo que haga falta hacer un máster para concluir que ésta última película es la que más me ha llegado de las tres, y es que he de confesar que las películas de guiones intensos, de personajes fuertes y sensibles a su propia humanidad, y de buenas direcciones como Revolutionary Road son mi debilidad.





Uso del teatro en el cine

18 10 2008

El cine, en multitud de ocasiones, se vale del teatro para la creación de las películas; dentro del argumento o del modo de trabajo con los actores, por ejemplo. Hay películas en las que, aunque no se hable de teatro, ni haya una obra teatral en la que el argumento se base, ni surga de la adaptación cinematográfica de una pieza teatral existente, aparece una estructura formal muy cercana a las tablas. Ejemplos hay muchos, entre los que se encuentran películas que disfruté, y sigo disfrutando; tales como Martín (Hache), de Adolfo Aristarain, o Las Horas, de Stephen Daldry

Hoy he visto una película en la que el teatro forma parte del argumento, o de la forma… la verdad es que, aún habiéndola visto, no estoy del todo seguro. Al pensar sobre lo que había visto, recordé otras dos películas en las que el teatro tenían un peso argumental fundamental para el desarrollo de la historia que se contaba.

Una de estas películas es el clásico «Eva al desnudo», del director Joseph L. Mankiewicz, para muchos la película más y mejor recordada de una de las mejores actrices de todos los tiempos: Bette Davis. La película nos cuenta la historia de Eva, una chica fanática de una actriz teatral de renombre que es acogida por ésta y poco a poco se va introduciendo en el mundillo teatral del New York de los años 40, hasta conseguir su propósito inicial y secreto.

Eva al desnudo se vale del teatro para hablar de la gente que lo compone. En ella, los personajes principales son una actriz, un autor, un director, la mujer del autor, un productor y un crítico, rodeados por demás personajes de este mundillo. Además del hilo argumental principal, en este film asistimos a los entresijos de las obras teatrales, a reflexiones sobre la base del teatro, de la ficción. Eva al desnudo es una película que se disfruta por las maravillosas interpretaciones, por un jugoso y enorme guión y por una dirección de uno de los grandes directores clásicos estadounidenses.

Otra película en la que el teatro se torna importante es «Opening Night», del director John Cassavets. En esta ocasión, asistimos a los ensayos de una nueva obra, pero la actriz principal un bajón emocional y existencial después de que una fan muera tras intentar verla saliendo del teatro. Esta película se basa sobre todo en este personaje, que borda una magnífica Gena Rowlands, ya que empieza a delirar y a cuestionar su propio personaje en la obra.

Al final, independientemente del hilo argumental (que no os voy a estropear), asistimos a dicho estreno, cuya escena final se compone de un «tour de force» entre esta actriz y el propio director, que hace de parte del reparto de la obra. Pero dicha escena y la representación completa de la obra se hace en un teatro real, con público que ha pagado su entrada para verla. Es muy emocionante asistir a un juego tan complejo entre el cine y el teatro.

Finalmente, os hablaré (o, al menos, lo intentaré) de la película que he visto hoy, y por la cual os cuento todo esto. Se llama «Mon Cas» (Mi Caso) y es del director portugués Manoel de Oliveira. Este director es muy poco conocido en España; de hecho, es prácticamente un director de arte y ensayo para el panorama europeo e internacional, aunque en su país es como Amenábar aquí; es decir, conocido y con buenos resultados en la taquilla.

Pues bien, Mon Cas comienza con el ensayo de una obra teatral. Al abrirse el telón, vemos a un hombre que se cuela y que exige explicar su «caso». Hay enfados de una actriz, del autor… pero este hombre insiste. Luego, vemos que se baja el telón y se realiza un segundo ensayo, que consiste para mi sorpresa en exactamente la misma escena que antes, pero en blanco y negro y muda, aunque una voz en off nos recita un texto de Beckett.

Se vuelve a bajar el telón, y la tercera toma es otra vez la misma escena pero con el sonido invertido; vamos, para volverse loco (en la que aparece el Guernica de Picasso). Finalmente, vemos que la cuarta repetición es una nueva escena con Job de protagonista, «golpeado por todos los males, que habla con Dios». No voy a contar el final, pero os diré que la última imagen es la sonrisa de la Gioconda.

Como os podreis imaginar, hubo gente en la sala que se fue, que no pudo soportar tanta ambigüedad, pero he de decir que, aunque la película es muy difícil de seguir, yo la he disfrutado. En realidad, la película para mí va sobre la humanidad. El hombre que explica su caso termina hablando del absurdo de la comedia, de la ficción. Y luego, cuando vemos a Job, se habla de la insignificancia del hombre ante Dios, y de la idea de «juzgar a Dios», de vivir libres, de dejar de ser pecadores para ser seres humanos.

Total, la película es complicada, pero es curioso como, al principio, el cine plasma al teatro, para al final ver la representación desde el patio de butacas (cuando la cámara se aleja del escenario y vemos a los técnicos y demás del ensayo teatral), desapareciendo el cine y reforzándose el teatro.

En la hoja de entrada antes de la proyección viene un texto en el que se hace una entrevista al propio de director. Su explicación de la película es así:

Mon Cas está compuesta de distintos fragmentos que aparentemente no tienen relación unos con otros. Pero tienen un sustrato común, que es el hombre, la humanidad. La existencia del ser. Ante los hombres y ante Dios. El gran problema es existir sin los otros. (…) La figura de Job representa esa expiación, solo ante Dios… ante la ausencia de Dios… Tan dividido y destrozado como el Guernica (…) Hasta que Dios se apiada de Job y finalmente ven la sonrisa de la Gioconda. Una sonrisa irónica, toda la duplicidad del hombre.

¿Os aclara algo? Bueno, de todas formas diré que Manoel de Oliveira es un director que descrubrí en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, con la película «El Valle de Abraham» (no el Abraham de la biblia, se refiere a un lugar de la zona del Duero, en portugal), y me fascinó, sobre todo la riqueza de guión.

Bueno, es todo lo que quería contaros sobre estas películas relacionadas, de una u otra manera, con el teatro. Aprovecho para recomendaros una miniserie estadounidense que acabo de ver y me parece fabulosa. Se llama «Angels in America», la dirigió Mike Nichols para HBO, está basada en una obra de Broadway y el reparto es espectacular: Al Pacino, Meryl Streep, Emma Thompson… Total, no paseis sin verla

¡Un Abrazo!





Sala frente a sala

14 09 2008

Ayer estuve viendo un pase especial del Cine Doré, con motivo de «La Noche En Blanco» de Madrid. Proyectaron una película que el festival de Cannes, cuando cumplió 60 años, realizó como proyección especial. La película se llama «Chacun son cinéma» y se compone de más de 30 cortometrajes de diferentes directores del mundo, tales como Lars Von Trier, los hermanos Dardenne, Angelopoulos, Lynch… Todos los cortos tienen una temática común: la sala de cine. En todos sale una sala de cine, pero se cuenta y se ve algo distinto.

Evidentemente, siempre hay cortos que te gustan más y otros que menos, pero la idea me parece muy interesante, ya que es en las salas de cine donde se hace grande el séptimo arte. Mientras veía la película, era como si perteneciera a una pantalla de una sala de cine y estuviera viendo lo que ocurre en la sala que estoy viendo. Fue bastante mágico, y la mayoría de los cortos tenían mucha calidad.

Cuando terminé de verla, recordé la relación de tantos años que llevo con el cine. Cuando te aficionas tanto a algo, se convierte en un compañero de viaje, y momentos de tu vida cruciales van de la mano, en muchas ocasiones, de películas.

Aunque el arte cinematográfico sea ficción, tiene siempre mucho sentido humano, ya que lo realizan artistas con motivaciones, con cosas que decir (me refiero, por supuesto, a las películas de verdad, no a los «taquillazos comepalomitas»). Por ello, es muy fácil dejarte llevar por la gran pantalla, por los actores, por el camino que te marca la dirección, por la música (en ocasiones, un personaje más)…

Espero que nunca desaparezca el cine; o, al menos, que si lo hace sea con todo lo demás, porque sería mucho más complicado vivir el día a día y ser feliz.





¿Y quién es bueno?

3 09 2008

Llevo todo el verano sin ir al cine, ya que es en esta estación cuando menos tiempo tengo para ir y peores películas suele haber para ver. Hoy he decidido ir, en esta ocasión solo, puesto que un muy reducido número de personas de mi entorno acepta ver películas en versión original, y yo esta película la quería ver con su sonido virgen. Estoy hablando de la ya taquillazo del año «El Caballero Oscuro», de Christopher Nolan, una película muy esperada por gran parte del público debido a la repentina muerte de uno de sus actores, el australiano Heath Ledger.

Independientemente de todo el circo mediático montado alrededor de esta película, he de decir que me ha fascinado verla. Considero esta peli una mezcla eficaz de cine comercial y sello de autor. Aunque me gusta mucho el cine, y voy muy a menudo, no me dispongo a hacer una crítica de la nueva aventura de Batman, ya que hay muchos críticos, blogueros y cinéfilos que se dedican a ello, algunos de una manera brillante.

Para mí, hay dos cosas que tienen que ocurrir cuando ves una película: que te produzca sensaciones reales, aunque sean motivadas por una ficción; y que te permita reflexionar sobre algo. La reflexión que me ha estado dando vueltas en la cabeza desde que salí de la sala hasta este instante está relacionada con la moral y la ética.

Las películas clásicas del tipo western, o cine negro, y algún que otro género más, mostraban siempre, sea como fuere el guión y el argumento, una disyuntiva muy clara y separada: lo bueno y lo malo; los buenos y los malos. Esta diferenciación tan clara provocaba una empatía instantánea con los buenos y un absoluto rechazo por los malos; al menos, eso nos hicieron creer.

Hoy día, vemos que en el cine esta disyuntiva cada vez se hace más efímera, dejando paso a la grandiosas escalas de grises, dentro de la cual estamos todos. Así, ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos. De hecho, a veces es casi imposible determinar si hay roles de este tipo.

Todo este cambio de argumentos y de formas de construir personajes y situaciones argumentales consiguen romper con lo «políticamente correcto», dejando paso a opciones de ética y moral muy diferentes, y por tanto interesantes. Así, en «El Caballero Oscuro», Batman no es tan bueno como sería un héroe tradicional; Joker, más que un malo, es un enfermo, un ser humano hundido en sus traumas; y así, algunos personajes más.

Y yo me pregunto: ¿cómo nos podemos situar nosotros, las personas reales, dentro de la ética y la moral establecida? Pues no podemos, ya que nuestra libertad nos lo impide. Otra cosa es que juguemos a situarnos con claridad, a adquirir roles sociales con el fin de recibir infinidad de palmaditas en la espalda por ser tan justos, tan comprensivos… ¡tan buenos!

Me ha pasado que mucha gente se ha extrañado cuando, al decir de alguien que «es bueno», yo haya respondido «¿y quién es bueno?, ¿y quién malo?». Afortunadamente, estas circunstancias han dado lugar, en la mayoría de los casos, a discusiones muy interesantes, y no a aplicaciones de la moral y la ética aprendida…