Hay momentos en los que crees que todo se detiene, que el mundo deja de girar y sólo existe eso que estás viviendo, que estás sintiendo. Pero, en realidad, es todo un engaño mental que uno se permite de vez en cuando para fijar en la memoria emocional esos instantes vitales, más o menos maravillosos, más o menos únicos. El tiempo nunca se detiene, siempre acecha detrás, alertándote constantemente de que sigue adelante, de que nunca recuperarás cada segundo que vivas. Así, el propio curso del tiempo podría verse, en sí, como una lección, o la lección fundamental de la vida: vive, ahora, en este instante, mientras lees estas palabras, mientras piensas en esta idea… ¡Vive! El tiempo nunca te va a esperar, así que aprovecha el que tienes, el que define tu existencia en tu mente, en las de los que te rodean…
Pues uno de esos momentos en los que tiendo a creer que el tiempo se para es, valga la redundancia, justo cuando voy a cumplir años… como hoy, que estoy a unas horas de una edad peligrosamente cercana a la treintena… ¡Vaya! «Ahora imagino mejor lo que debió sentir Scottie en las escaleras de aquel campanario…» Lo curioso es que no me siento especialmente viejo, y realmente no lo soy, aunque ciertos barbudos se empeñen en convencerme de ello; pero sí que voy notando, por momentos, el peso de la madurez «in crescendo». Las cosas que me ocurren, los sentimientos hacia los demás, la añoranza del hogar familiar, las vivo cada vez con mayor intensidad, valorando lo que tengo, lo que podría tener, y lo que echo de menos tener.
Puede que toda esta reflexión suene a una tendencia imparable a la conversión en adulto, pero insisto, el tiempo continúa, y sobre todo moldea mucho y de manera muy definitiva; nos demos cuenta o no. Mis pensamientos, mis ideas sobre la edad que me toca, sobre los pasos hacia delante, tiran ahora por estos lares. Y no hay que sentir tensión ni agobio por admitirlo; la tensión hay que vivirla desde fuera, «como cuando sigues cada fondu, cada jeté, pas, de esa enorme Natalie Portman y su visceral y enfermiza búsqueda de su particular cisne negro…»
En definitiva, en breve alcanzaré los 27, y el mobiliario mental no parece necesitar mucha reforma. Puede que me sienta más adulto, pero la intensidad de lo que estoy viviendo; las ganas con las que realizo cada acción en el otro, y sobre mí los demás; el conocimiento del cariño y del esfuerzo social que percibo y concedo; hacen que cumplir años valga mucho más que la pena.
La vida no es perfecta, pero el mero intento por definirla, por conocerla; es razón suficiente para agarrarse a ella, y vivir cada uno de los segundos concedidos por la existencia. Quiero cumplir mis 27 mañana, y mis 28 en 366 días, y todos los demás que haya de cumplir. Quiero saber qué se esconde detrás de las horas por llegar, de la mano de los que me soportan porque me quieren; que tolero porque adoro.
Una nueva vida verá la luz del día mucho antes de alcanzar mis 28; una pequeña vida que transformará la mía para siempre. Esa nueva personita (o personito) no sabe aún lo que es el tiempo, aunque contemos las semanas que lleva existiendo. Pero habremos de enseñárselo, y qué placer, qué responsabilidad; qué honor poder acercar el valor de las horas a quien, sin aún haber visto el mundo, ya se ha adueñado de mi corazón…
…justo antes de publicar, recibo una felicitación de la luz de la luna… mis ojos se empañan, pero insisto en escribir y agradecer a la vida palabras tan hermosas, a pesar de las injusticias que a veces esa luz lunar tiene que soportar de otros haces y rayos malignos… Creo que cumplir años es maravilloso; ahora sí estoy convencido xD
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