Ayer formé parte de una conversación sobre el arte y el hecho de crear. Yo siempre he pensado que sólo crea quien es artista, y que la creación es resultado de la expresión personal focalizada en algún sentido. También consideraba que un artista, además de necesidad expresiva, tiene por definición talento para hacerlo, y para que aquel resultado se convierta en arte.
Nunca había considerado, hasta haber tenido esta conversación, de la posibilidad de crear en lo cotidiano, en la forma de vivir, sin que ello conlleve la creación concreta de algo, ya sea un cuadro, una canción o un poema.
A partir de un momento determinado de mi vida, empecé a necesitar del arte para rellenar los huecos que tus propias experiencias no llenaban. Pero mi posición siempre ha sido de «consumidor» del arte, aunque me suene tan mal esta palabra. Es por eso que admiro tan profundamente a cualquier persona que sea capaz de crear, ya que gracias a sus obras mi vida se hace más interesante, al menos a nivel reflexivo, y por supuesto cultural.
Realmente no sé cómo podría convertir mi rutina diaria en algo creativo; supongo que tendría que cambiar radicalmente mi concepción de las cosas y los sucesos. Puede ser que una actitud diferente, o una mayor implicación por mi parte en todo lo que ocurra a mi alrededor, lo provoque yo o no, podría dar lugar a una vida llena de creatividad, sólo disfrutable por mí mismo.
No estoy seguro; seguiré pensando en ello. Tal vez, el simple hecho de considerar la posibilidad ya conlleve algo creativo. O puede que simplemente me agarre a esta idea por resultarme atractiva, pero que sepa en el fondo que nunca será una realidad, sino sueños con los ojos de par en par.
Bueno, ocurra lo que ocurra, siempre tendré obras a las que acudir para disfrutar más de la vida.
Comentarios recientes