Autolección

30 03 2011

Tengo la necesidad de escribir, y la desfachatez de hacerlo en mi cerebro, justo uno de esos días en que debería cerrar la boca, amarrarme las manos y cerrar los ojos. Quiero quejarme de una vida acomodada, a pesar de la crisis y de las injusticias del mundo en el que vivo, pero que no vivo porque soy un maldito afortunado, aunque me cueste ver el brillo del sol los últimos días. No soporto el vacío, porque puedo nombrar los pensamientos como rayadas, las preocupaciones como problemas; pero, en realidad, la verdad es que no hay nada. ¡Mentira! Sí que hay, pero nada es nombrable… sin caer en la caída de la máscara.

Ser valiente es complicado, en un mundo de comunicación, de interacción social tan fuerte, tan intensa, tan adictiva. Acomodarse a un disfraz, a una piel que no es tu piel; a una actitud que se aleja de tu naturaleza; es peligrosamente fácil, y se puede vivir así siempre, hasta que la mayor parte del tiempo te creas a pies juntillas que toda esa «performance» eres tú.

Pero no es así, lo sabes. Aprenderás innumerables lecciones en la vida, de los que te vayas encontrando, se queden en tu tren o cambien de trayecto. Te chocarás con verdades pesadas, con mentiras insoportables, con sorpresas inesperadas, gratificantes o decepcionantes. Pero siempre lo sabrás; nunca te conocerás, nunca del todo, porque el centro es la actuación, y así debe seguir siendo… «the show must go on!»

Y lo más desternillante de todo: creer que todo este papelón vital sirve de escondite, de protección frente a no sé qué, o quién. La policía no es tonta. Te presentes como te presentes, hay gente que ayuda a poner en marcha tu tren; y otros que sacan abono ilimitado, y no se van a ir. Crees que un día se irán, que abandonarán los vagones de tu camino, para liberarse de la carga que es conocerte, saber quién eres en realidad. Pero no lo van a hacer. No, cada vez encuentras más afinidades, más «feeling» con más personajes, o personas. Y no puedes hacer nada, esa es la gracia de la vida. Y a la vez, es el sentido de la misma. El resto del reparto te colocarán en la posición concreta, y así modificarán la siguiente escena, sin que nada puedas hacer…

Cada vez controlas peor el guión, y así seguirá en progresión hacia el caos. Porque la vida es una película, pero sin director; porque te creías el autor de tu obra, pero nada más lejos… La vida va siendo lo que es, y no hay energía nuclear en el mundo que pueda gobernar las sucesiones de acontecimientos, de circunstancias y de emociones que deparan tu destino no escrito.

Nadie firmará tu existencia. Así que déjate de disfraces, de actitudes erróneas; en definitiva, de perder el tiempo. Y sobre todo, y ante todo, no vuelvas a decirle a alguien que quieres, que te preocupa, y que añoras; que viva el momento, que se lo debe; cuando eres incapaz de hacerlo tú mismo.

Aprende la lección de una vez, que el tiempo va en una sola dirección y sentido; y sigues empeñado en perderlo…